Evaluación del Proyecto de Mejora Institucional

"...Pensar en la evaluación (...) significa pensar en primer lugar en la "educación", en "docencia",  en "conocimiento", en "saber", "aprendizaje" y "enseñanza"; en "formación" y "experiencia"; en "escuela y sociedad"; en democracia" y "ciudadanía" (...) Requiere optar por teorías y concepciones que sostengan la construcción de los parámetros/referente desde los cuales se formularán las preguntas que transformarán el "tema" en "objeto" de evaluación..." 

(Celman, S. 1998)


     Para preguntarnos por el valor educativo del Proyecto de Mejora  y buscar entenderlo, quizás nos ayudarían las preguntas ¿para qué? ¿por qué? ¿cómo? ¿quiénes? 

      Respondiendo a estos interrogantes planteados, el proyecto “Construyendo nuestra Identidad” buscó  contribuir a la construcción y consolidación  del sentido de pertenencia de quienes habitan el IFD Nº 715 y su revalorización social en la comunidad.

     Aunque las acciones  explícitas proyectadas consistieron básicamente en encuentros y jornadas de capacitación y perfeccionamiento docente, la concreción de las mismas  tenían como objetivo posibilitar el compartir, colaborar, crear lazos profesionales e interpersonales, recuperar y valorizar las prácticas pedagógicas y experiencias docentes, asumir desafíos, desrutinizar y desnaturalizar lo cotidiano.

     Los encuentros contaron con  la participación de alumnos, docentes del IFD y de otras instituciones y   la contribución especial de docentes invitados de reconocida trayectoria a nivel provincial y nacional.

     Otra consecuencia esperada de este proyecto fue la viabilidad de poder problematizar la formación docente y las prácticas pedagógicas desde la propia mirada y desde la mirada del otro.

     Un reto final constituyó la publicación de un libro / revista que recupere y sintetice lo más significativo de estos encuentros y experiencias.

     Quienes tuvimos a nuestro cargo la Coordinación general y la responsabilidad en cada eje, pensamos distintas actividades que permitan el intercambio de experiencias entre los participantes, la actualización bibliográfica, el desarrollo de la creatividad y la revisión crítica de los problemas que enfrentan en la práctica.

     Vale decir que el  Proyecto de Mejora  se elaboró con escaso tiempo (son conocidas las condiciones en las que trabajamos los docentes del nivel superior)  por un grupo de profesores de la institución, por lo cual necesitábamos abrirlo a la mirada de los demás actores, volver sobre lo escrito y revisar   para una  nueva toma de decisiones. Se puso a discusión en días institucionales para que los docentes puedan sentirse parte.   Esto llevó a realizar las siguientes acciones: 
  • Una encuesta a docentes y alumnos acerca de las problemáticas que vivencian y representan
  • Consultar a un experto que  nos  permitiera leer-nos desde otros marcos: lo que posibilitó replanteos, nuevas preguntas, nueva orientación del proyecto
  • Encuentros organizados por profesoras de la formación pedagógica con docentes de otras instituciones bajo los  ejes “Educación especial en una escuela para todos. Ámbitos de preocupación e intervención”. “El rol de MOI en la escuela común: la formación docente, tensiones y cambios”
  • Encuentros con docentes de diferentes trayectorias en el sistema educativo, se trabajó con alumnos de 1ª y  2º año de distintos profesorados
  • Jornada de debate “Una utopía Pedagógica” a cargo del Dr. Arturo Firpo destinada a los alumnos, docentes del IFDC Nª 715 y comunidad en general
  • Jornada de reflexión y debate “Sobre evaluaciones, saberes, miradas, aprendizajes en prácticas educativas de formación” a cargo de la Lic. Stella Maris Altamirano destinada a docentes y alumnos  (de segundo a cuarto año) del Instituto
  • Organización y publicación  de una revista institucional

¿Qué se evaluó?
       Teniendo en cuenta la complejidad de aspectos, actividades involucradas en una evaluación educativa se priorizó como “foco sustantivo” de este trabajo a los alumnos docentes y considerando las implicancias que  sobre su formación, experiencia  y prácticas en particular tuvo el proyecto de mejora. Proyecto enmarcado en una institución de formación docente, donde la experiencia de formación es formación de la experiencia.

Metodología

        Como equipo de trabajo nos reocupaba poder entender  que es lo que docentes y alumnos podían ver, cuestionar, analizar y problematizar de las acciones emprendidas desde el proyecto de mejora, en este sentido nos interesaba recuperar  la experiencia en tanto “acto de formación” y la pedagogía como “dispositivo que ofrece un lugar en el que se constituye y se transforma la experiencia de si” (Larrosa, 1996)
        El instrumento que utilizamos fue una encuesta, realizadas a docentes y alumnos, con preguntas abiertas que nos permitiera acercarnos a sus visiones, (se trabajaron las categorías de pertenencia, organización, participación etc) también se dieron espacios de debate y reflexión (observación y registro) que nos aportaron otros elementos para el análisis.

Algunas problematizaciones sobre los dichos de los actores institucionales
 La potencialidad de las instituciones  para la construcción de espacios de diálogo y de recuperación de la experiencia  nos permite como docentes poder ir planteando líneas de acción que redunden en la consolidación  de un espacio más democrático para todos. En este sentido estamos convencidos que esto no es un trabajo en soledad sino colectivo, donde  escuchar   las voces de los distintos actores, conlleva poder pensar –nos en este contexto particular como lo es el instituto, lugar que tiene sus propias huellas, concepciones, producciones simbólicas, tiempos y espacios, etc. Lugar donde los distintos actores construyen su historia personal y colectiva.

       Haber participado de los distintos espacios  de discusión y reflexión  que posibilitó la autoevaluación nos posiciona desde un lugar complejo, atravesado por nuestras propias representaciones, valores y prejuicios, quizás por ello sea necesario como dice Onetto recuperar las ideas centradas  en la alteridad como “eso que me pasa”, “eso que me pasa como alumno” “eso que me pasa como docente” que determina/condiciona modos de actuar y decir. “Eso que me pasa” implica una reflexión ya que la experiencia es un movimiento de ida y vuelta. Un movimiento de ida porque la experiencia supone un movimiento de exteriorización, de salida de sí mismo,  de salida hacia fuera,  que va al encuentro con eso que pasa, al encuentro con el acontecimiento. Y un movimiento de vuelta porque la experiencia supone que el acontecimiento me afecta a mí, que tiene efectos en mí, en lo que soy yo, en lo que yo pienso, en lo que yo siento, en lo que yo sé, en lo que yo quiero.

       Lo expuesto nos permite pensar en nuestros colegas y alumnos como sujetos que hacen o padecen su propia experiencia, de un modo único  singular y propio, es desde ese lugar que los dichos, demandas y prácticas adquieren significatividad.

      Los docentes y alumnos manifiestan la necesidad de transformación, de ser  escuchados, de  poder participar, de mejorar la convivencia, luchan por espacios, aparece así la institución no como algo acabado, donde nada se puede hacer sino como una “práctica”,  donde en el interior  confluyen distintas fuerzas, lo instituido e instituyente.

      Desde los discursos que pudimos leer y escuchar, aparece tensionada la idea de comunicación, los distintos actores institucionales cuestionan los canales formales de hacer circular la información, ¿Quién comunica? Desde qué lugar lo hace?

      La comunicación comprende relaciones interpersonales, grupales, sociales en general y circunstancias económicas, políticas, culturales, hay discursos que predominan, temas a los que se presta más atención, no solo trasmiten los labios sino también los gestos, miradas, etc. Siempre nos encontramos en una situación de comunicación, donde tenemos ciertas maneras de emitir y percibir.

       Entonces nos preguntamos ¿qué espacios de encuentros posibilitamos? ¿Y cómo los significamos?

     “La comunicación va a suponer…un intercambio…con conflictos. La comunicación (etimológicamente del latín communicatio – establecer una relación, poner en común) se refiere a los intercambios intencionales de significaciones interhumanas, relacionales. …para entender la comunicación debemos ubicarla bajo el signo de la “traición”. La palabra es molesta y choca, pero es real…no se puede entender nada sobre la educación, sobre la enseñanza o sobre la formación si no aceptamos “la traición”.

“Traicionar” quiere decir aquí escapar al deseo que los profesores tienen respecto de sus alumnos…es en ese sentido que existe traición legítima en la comunicación. La comunicación no es la comunicación o la identidad de puntos de vista, sino que la comunicación es necesariamente conflictiva porque son participantes diferentes. Es el otro, y el otro y lo diferente no son lo mismo. El otro supone la heterogeneidad. Y el otro es otro para mí en la medida en que se me resiste.  La gente no está prefabricada para beber las palabras de ustedes o para comer el alimento (educare); son sensibles, están vivos, reaccionan”[1]

En nuestra institución un discurso, una clase, un proyecto, constituyen textos sociales hechos desde cierto punto de vista. En este sentido, cada uno de ellos resulta una versión sobre cierto tema o problema.  Y a su vez, aquellos a los que enviamos (destinatarios) están rodeados de otros textos y producen los suyos.

La tarea es aprender  a leer los textos sociales propios  de una situación de comunicación y aprender a cuidar  cada detalle de los que enviamos.  Por lo cual se hace preciso revisar como estamos llegando a los “otros” y que construcciones hacemos nosotros de eso que nos dicen.

También podemos problematizar la idea de participación, ya que  la mayoría de docentes  y alumnos consideran que no tienen una participación real, pareciera ser que en nuestro instituto la participación tiene todavía  un carácter utópico, es más una meta  que una realidad, un deseo, pero de todos modos nos sirve para dar dirección a futuras acciones. Sabemos que la participación comprende una  faceta  ideológica porque guarda relación  con la actitud que asumamos frente a los riesgos que  conlleva que el “otro”  colabore en la toma de decisiones.     
  Asumir una actitud participativa implica cierta renuncia a los intereses particulares por parte de cada miembro que compone la institución.

Una de las dificultades que se presenta cuando queremos lograr una real participación  es el tiempo que se debe destinar en su efectivización. Sin embargo, debemos apostar a la misma, para lograr poder ir creciendo en  autonomía, con una responsabilidad compartida y así  construir el sentimiento de pertenencia, necesario para la mejor convivencia.
Recordemos, dice Cantero (2003)  que uno de los efectos fundamentales  que provoca la participación real es la autonomía  que logran los actores, ya que dejan  de esperar que desde los niveles jerárquicos se impongan en decisiones  para tomar las propias  frente a diversas circunstancias-

“Participación y autonomía, unidas,  dan por  resultado un proyecto institucional conveniente a las necesidades propias y a la conformación de un modelo institucional a la medida… ¿Cómo lograrlo si no es con autonomía y participación interesada y comprometida por el placer de producir un trabajo concertado y desafiante? (Ruth Hart, 1999).



Entendemos que dentro de cada institución se va generando, desde su constitución, fronteras, reglas, relaciones, mandatos, organización, rutinas, conflictos…elementos que se combinan para conformar una cultura institucional. Cultura que tiene en los sujetos a sus productores y sus “productos”. Es así que las instituciones pueden leerse desde diferentes miradas. Una de ellas, la Gestión Directiva. 

Muchos autores hablan de la gestión, entre ellos Víctor García Hoz y Rogelio ([2]) proponen para los directivos cuatro funciones para la organización y gobierno de los establecimientos educativos: la toma de decisiones; la comunicación y participación; la planificación; y la evaluación y control. 

Teniendo en cuenta las encuestas realizadas podemos decir que nuestra estructura institucional tiene tintes donde se observa: poca coordinación entre objetivos y actividades, docentes aislados, aprendizajes poco significativos, prácticas infértiles, que no producen los frutos esperados y deseables. 

Pero es importante considerar que todos los miembros de la institución implementamos diariamente decisiones de política educativa en nuestras prácticas, cuando organizamos equipos de trabajo en el aula y en la institución, cuando tomamos medidas administrativas y de gestión del establecimiento, cuando definimos los mecanismos de inscripción de los estudiantes, propedéutico, trabajos prácticos, parciales, coloquios, talleres, etc. 

Es importante aquí detener la mirada y acordar algunos conceptos: el rol es el lugar que ocupamos, el que desempeñamos y para el cual hemos sido designados, (Directivo, Secretarios, Preceptores, Bibliotecario, Alumnos, Ordenanza). Otro concepto es el de funciones que son las responsabilidades correspondientes a cada rol y por último el concepto de tareas que son aquellas actividades que desarrollamos para cumplir con cada función. 

Estos desempeños están explicitados en el PEI, Reglamento Interno y normativas vigentes, esto debería permitir a los equipos de conducción y docentes definir y decidir cómo construir los roles y cuál es el perfil que esperamos de quienes ejercerán cada uno. 

En este sentido, el modelo y estilo de gestión institucional que se adopte y predomine en una institución, estará ligado a la modelo social que los sujetos, implícita o explícitamente asumen. 

Desde estas perspectivas nos preguntamos ¿Cómo enfrentar los problemas educativos desde la multiplicidad de sentidos que acontecen en una institución? 

Las dificultades con que nuestra institución educativa se encuentra pueden interpretarse como: dificultades para plantear diálogos entre las redes de experiencia de los sujetos juveniles y los sujetos docentes; la pobreza simbólica y los estereotipos a la hora de reformular las identidades institucionales. En éste sentido se enfoca el instituto en su micro política teniendo en cuenta el poder, las disputas ideológicas, el conflicto, los intereses y el contenido político que se desarrolla dentro de la institución. 

Si pensamos que las instituciones educativas son espacios de lucha y de contradicciones en los que se entreteje el poder, el deseo , las normas, los ritos, los mitos, los contenidos, espacios, tiempos, etc., pero por sobre todas las cosas son espacios en y donde se construyen subjetividades. Entonces quienes actuamos en ellas contribuimos en esa construcción, somos protagonistas. 

Cuando hacemos referencia a la gestión escolar la intención es mostrar que todos gestionamos, la cabeza visible es la del Rector pero en Gestión educativa todos somos responsables de acuerdo al grado de compromiso, la forma en que la habitamos-construimos (como cuidar y dar abrigo), el grado de apertura y transparencia, en cómo se gesta el modo de asumir lo público, lo común. Los directivos son el vínculo entre el adentro y el afuera del establecimiento. Según Graciela Frigerio (1997) el director debe constituirse en el coordinador general de la institución, y en consecuencia, ocuparse y ser responsable por las cuatro dimensiones del campo (organizacional, administrativa, pedagógica – didáctica, y comunicacional)[3]

Por lo tanto, la función es por un lado, lo específico a su tarea de dirigir (administrativo, organizacional) y por otro, lo que tiene que ver con lograr la integración (abordar las demandas expresadas por la comunidad y la búsqueda de respuestas efectivas, generar espacios de participación, optimizar la comunicación, propiciar el diálogo y encuentro entre los distintos sujetos). Lo que lleva a tensiones y expectativas contradictorias que exigen respuestas, como así también las diferentes formas de dar la mismas, definirán los estilos de realización social, un modo de comprender y aplicar la autoridad, en otras palabras la gestión directiva, es una realización individual pero que requiere de acciones conjuntas.[4]

Las instituciones no son entidades inertes, son lo que hacemos y nos hacen. Gestionar, habitar, dar hospitalidad en un establecimiento que se dedica a formar docentes es posibilitar encuentros con el saber pero también con el otro. Y esto nos llevó a reflexionar sobre comunicación, participación, gestión, etc… 

“Participar es también poder tomar distancia respecto a lo dado; es proponer alternativas y tomar iniciativas. Es constituirse como sujetos que ejercen su libertad…sujetos que pueden imaginar nuevas formas de vincularse y hacerse cargo de sus propuestas” 

“Educar es permitir a otros que conquisten su autonomía…permitir que logren su autonomía en el ámbito de lo común es una instancia de emancipación; es brindar condiciones para que logren cierto poder (no sobre el otro) poder para esperar, para continuar pensando, para estar atentos y abiertos…El poder ya no es poder sobre…es poder en relación, poder-con…”[5]



Elegimos esta frase para dar un cierre provisorio acerca de las temáticas presentadas, pero nos quedan interrogantes, desafíos para seguir pensando y actuando:

-si no sucede, si no acontece la participación ¿qué ocurre con la libertad y la emancipación?

-¿qué institución queremos?

-¿qué formación brindamos?

-¿qué egresados formamos?

-¿Cómo mejoramos nuestras prácticas educativas?

-¿es deseable sostener la pluralidad? ¿Quién lo desea?

No cerramos… abrimos el debate. Queda un extenso recorrido. Tal vez este sea un punto de inicio, en el que apoyarnos para crecer.





Equipo de evaluación:
  • Lic. Daniela Burkhard                                  
  • Prof. Cristina Calvet                    
  • Prof. Marcelo Faure                
  • Mag. Claudia Vertone

                                       
Alumnos:                 
  • Ester Alcaraz (Profesorado de Historia)            
  • Pablo Batista (Profesorado EGB 1 y 2)              
  • Sandra Cabrera (Profesorado de Matemática)







[1] ARDOINO, Jaques: “Complejidad y formación. Pensar la Educación desde una mirada epistemológica.” Ediciones Noveduc. Buenos Aires. 2005


[2] Pozner, P.: El directivo como gestor de aprendizajes escolares. Editorial Aique, 1996. Buenos Aires.
[3] Frigerio, Graciela: “De aquí y allá. Textos sobre la institución educativa y su dirección”. ED. Kapeluz. Buenos Aires. 1997
[4] Llavador, Francisco Beltrán Op.cit.
[5] CANDIOTI, María Elena: “Responsabilidad por el otro y ante el otro en el ámbito de lo común” en Frigerio y Diker (comps.) “Educar: posiciones acerca de lo común”. Ediciones del estante. Buenos Aires. 2008